Lic. Manuel Vólquez. |
Autoridades judiciales, policiales y de Migración
de la provincia Espaillat apresaron a 21 haitianos, entre ellos algunos de los
que habrían participado en la profanación
a la Bandera Nacional, mientras celebraban un rito vudú el Viernes Santo
en la comunidad Robles, de Moca.
Esas
personas usaron el escenario del baile del gagá para tirar al suelo la Bandera
nuestra, colocar palos en cruz y bailar en círculo alrededor de la insignia
tricolor, como si se tratara de circo de diversión.
Obviamente,
se trató de un irrespeto injustificable que amerita sanción inmediata de parte
de las autoridades, según mandan nuestras reglas jurídicas.
Hace
aproximadamente tres años observé el izamiento de una bandera haitiana sobre
una loma de una comunidad de la provincia Monte Plata de nombre Sabana de los
Javieles, zona donde residen varios trabajadores agrícolas haitianos junto a su
familia.
En
esa ocasión, escribí un artículo narrando lo que había presenciado y, al
parecer, las autoridades nuestras actuaron en el caso. Lo digo porque semanas
después visité de nuevo esa zona y la bandera ya no estaba.
Alguien
me comentaba que la situación ocurrida en Moca no debe sorprendernos, pues, al
parecer, forma parte de hostigamientos en series programados por líderes
haitianos, con la asesoría de organizaciones internacionales, dentro de los
planes de retomar de manera pacífica el territorio dominicano.
Me
decía, a manera de ejemplo, que el envío de mujeres haitianas a dar a luz en
hospitales dominicanos tiene una dirección que pasa más allá del rostro
humanitario.
Ciertamente,
creo que existe un rostro político bien dirigido y organizado cuya meta final
es lograr la nacionalidad dominicana bajo el criterio jurídico del “ius solis”.
Incluso, algunas mujeres se amanceban con hombres dominicanos para tener hijos.
Y
hay más ejemplos. La matanza de haitianos ocurrida en el 1937 durante el
régimen de Rafael Leónidas Trujillo, ha dejado rencores históricos en la
población de Haití y ese hecho se mantiene martillando las mentes de esta gente,
que con orgullo manifiesta que le quitaron “su territorio”, luego de la
división territorial de la isla que comparten Haití y República Dominicana.
Se
cuenta que en las escuelas les dicen a los niños que desde Baní hacia las demás
provincias del Suroeste, son territorios que pertenecen a Haití.
Ese
rencor viene desde el 1844, cuando los dominicanos sacaron del territorio
nacional a los haitianos que durante 22 años estuvieron gobernando la isla.
Desde entonces, ellos tienen la creencia de que son dueños de la Hispaniola,
actúan con mala fe, arrogancia, y bajo la sombra de las llamadas ONGs están
instalando especies de colonias en las diversas provincias del país para luego
dar el asalto final, que es unificar las dos naciones. Al menos, esa teoría
toma cada día más fuerza.
Lo
ocurrido en Moca y en la provincia Monte Plata son una muestra de que los
haitianos no nos temen, nos irrespetan ni tampoco agradecen lo que estamos
haciendo por ellos en término humanitario. Son hechos que se han registrado en
otras ocasiones y no se habían denunciado, pero tampoco se tomaron medidas.
Por
desgracia, son nuestros vecinos y no hay forma de evitar que penetren de manera
clandestina al territorio nacional a través de nuestra frágil frontera, en
complicidad con malos dominicanos, incluyendo militares, choferes e inspectores
de Migración, que por chelitos los dejan pasar con todo y familia por los centros de chequeos,
a pesar de saber que se trata de extranjeros indocumentados. ¿Entonces, de que
nos quejamos?
¿Qué
tipo de sanción se debe aplicar en el caso de Moca? Muchos dirían encarcelarlos
y después de cumplir la pena de reclusión, deportarlos. ¿Y quién me asegura de
que no retornarán y harán lo mismo?