El entonces presidente Joaquín Balaguer mandó una vez un consejo al periodista Orlando Martínez, director de la Revista !Ahora! y columnista de El Nacional de !Ahora! para que “se cuidara de los militares” y que “no fuera tan ácido con ellos en sus escritos”, y al enterarse del asesinato del periodista en marzo del 1975, reaccionó diciendo: “Esos bárbaros mataron a un periodista de raza”.
Así lo relata el exsenador, dirigente reformista y actual embajador dominicano en Honduras, José Osvaldo Leger, quien fungió algunas veces como enlace entre Balaguer y Martínez, en unas notas remitidas al director del LISTÍN DIARIO, Miguel Franjul, para referirse a las revelaciones hechas el pasado domingo por el exdirigente izquierdista José Israel Cuello de sus conversaciones con Balaguer, tras el asesinato de Martínez.
Leger dice que estando Balaguer acompañando en su lecho de muerte a su hermana Carmen, le preguntó: ¿Quiénes dicen en la calle que mataron a Orlando, Leger? y yo le contesté de inmediato: “sus guardias Presidente”. Meditó un segundo y me dijo: “Esos bárbaros mataron un periodista de raza”.
Fui emisario varias veces de libros que él (Orlando Martínez) gentilmente le regalaba al doctor Balaguer”.
José Osvaldo Leger, exlegislador y colaborador de Joaquín Balaguer
Leger afirma que el periodista Martínez le enviaba libros de regalo al doctor Balaguer y que en una ocasión en que le pidió consejos al Presidente de la República, éste le mandó a decir: “que se cuidara de los militares; que no fuera tan ácido con ellos en sus escritos y que era un lector asiduo de sus artículos en El Nacional y que sentía admiración por él”.
A continuación, la nota enviada por Leger a este diario:
“Leí con agradable sorpresa los relatos de José Israel Cuello publicados por César Medina en el Listín Diario, sobre su entrevista con el doctor Balaguer y quedé sorprendido no de su estilo inconfundible y depurado de escritor y de relator de hechos presentes y pasados, sino de su prodigiosa memoria. Tal y como él relata sucedieron esos hechos”.
“Mi amistad con Orlando se origina por su hermano Sergio Martínez, compañero de aulas de la UASD. Me acostumbré, por las tareas propias de nuestros estudios, a visitar su casa paterna donde siempre fui recibido con mucho agrado por doña Adriana y su esposo. Así conocí a Orlando y construimos una amistad sólida hasta el día que lo mataron alevosamente”.
“Fui emisario varias veces de libros que él gentilmente le regalaba al doctor Balaguer. Recuerdo uno en especial: Juan Salvador Gaviota, que el doctor Balaguer lo recibió no sin antes decirme que lo había leído. También en otra ocasión memorable para mi cuando Orlando le pidió consejos al Presidente y éste le respondió sobre su brillante futuro, pero que se cuidará de los militares; que no fuera tan ácido con ellos en sus escritos y que era un lector asiduo de sus artículos en El Nacional y de su admiración por él.
Pasó el tiempo y una noche (Orlando) me llama por teléfono a mi casa en Arroyo Hondo y me dijo: “Hermano, su jefe debe estar bravo conmigo”, ya que Orlando había publicado su artículo sobre Silvano (Lora), pero me dijo: “Yo quiero enviarle de regalo, con usted, las memorias de Neruda al doctor Balaguer, no las encuentro en el país pero las pedí fuera”. Los libros nunca los recibió pues le sorprendió su muerte y yo los compré y se los entregué al doctor Balaguer con esta dedicatoria: “Al Presidente Balaguer, como un deseo póstumo de un amigo Orlando Martínez”.
“El doctor Balaguer tenía la costumbre de visitar a su hermana Carmen en lecho de muerte y la visitaba religiosamente todas las tardes, cuando sus obligaciones se lo permitían.
En una de esas ocasiones llegué a la residencia de la hermana en lecho de muerte y él se encontraba sólo, meditando en su habitación. Le pedí permiso al general Pérez Bello para que me permitiera entrar en ese lugar y entré solo y el Presidente, como si me esperara, me preguntó: ¿Quiénes dicen en la calle que mataron a Orlando, Leger? y yo le contesté de inmediato: “sus guardias Presidente. Meditó un segundo y me dijo: “Esos bárbaros mataron un periodista de raza”.
“Orlando me acompañó a Palenque a conversar con los campesinos sobre las leyes agrarias, me hizo publicar un artículo en El Nacional que titulé “Violencia legal”. Se refería a la aplicación del código agrario del doctor Balaguer. Orlando me enmendó la plana públicamente cuando incursioné en problema políticos urbanos y me enviaba para el campo.
Lo visitaba frecuentemente en sus oficinas de la Revista !Ahora!. En una ocasión en que un coronel de la Policía me envió a buscar preso a San Francisco de Macorís, Orlando, enterado de eso, llegó primero a mi casa y me pedía que me cuidara y yo se lo reiteraba a él. Orlando era un enamorado de la vida, de las cosas simples, de mucho valor personal.
Descuidado, no hacía caso a los consejos que muchos amigos le ofrecíamos sobre su seguridad”. He mencionado sobre el coronel que mandó a un mayor y dos policías a buscarme preso a mi casa de Las Colinas No. 1 de Arroyo Hondo y quiero precisar que el coronel era Paulino Reyes de León.
Estuve en el programa de televisión de Ramón Puello Báez y lo denuncié como autor de fuertes torturas a un dirigente del MAR (Movimiento Agrario Reformista) en esa ciudad.
El coronel Paulino se molestó y actuó en la forma que te relaté. Gracias al sargento Dionisio Bidó, del Ejército Nacional, quien sobó su ametralladora y se enfrentó con coraje al mayor con palabras y hechos: se paró frente al mayor y le dijo “este hombre –refiriéndose a mí– el doctor Balaguer me ha encargado de protegerle la vida; solo si me mata se lo podrá llevar”.
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BALAGUER PROTEGIÓ A LEGER DE LOS MILITARES
Incidente con el mayor
“La noticia se regó como pólvora y no solo llegó hasta Orlando, que era muy querido de mi esposa Amelia Álvarez, sino que llegó hasta Yvelise, la hija de doña Carmen Balaguer y llamó al general Pérez Bello y éste, a su vez, le comunicó el hecho al doctor Balaguer. Posteriormente me enteré que le dio una orden tajante al mayor que se retiró”.
En otra ocasión (relatado a mí por Pérez Bello, que me tenía y me tiene mucho cariño, igual que yo a él, el doctor Balaguer convocó a todos los jefes militares de la época (me refiero a la época de las leyes agrarias) y estando todos de pie, incluso el Presidente, les dijo con voz firme y dando un manotazo en el escritorio: “Si le pasa algo a Leger, ustedes son responsables”.
Fuente: LISTÍN DIARIO