NUEVA YORK.- Un reconocido líder espiritual y rabino de la congregación judía ortodoxa en Brooklyn, que fungía como "consejero" de una niña a la que los padres le habían confiado porque dudaba de su fe, se convirtió ayer en el primer religioso de esa categoría en la ciudad en ser condenado a 103 años de cárcel, acusado de haber violado sexualmente a la menor.
Nechemya Weberman, considerado una de las figuras más influyentes en su comunidad religiosa, fue declarado culpable en diciembre de 59 cargos criminales, que incluyen varios relacionados con el delito de abuso sexual a la niña.
El condenado, de 54 años, y su víctima pertenecen a la secta hasídica Satmar con sede en Brooklyn y el juicio que enfrentó durante semanas reveló las drásticas reglas de esa congregación en cuanto al respeto a la moral, las tradiciones, las vestimentas y otras tradiciones judías ortodoxas.
La víctima y su familia fueron expulsadas de la secta por haber hecho la denuncia contra el rabino sentenciado y los principales se mantuvieron acosándolas para que retiraran los cargos.
También intentaron sobornar a la mujer y su actual esposo para que desistieran de las acusaciones a lo que la pareja se negó.
"Cuando me veo en el espejo, recuerdo claramente a una niña que no quería vivir bajo esa piel, veo a una niña cuya inocencia fue destrozada desde los 12 hasta los 15 años y que por las noches no podía dormir por la invasión tan espantosa que sufrió su cuerpo", declaró en un documento leído durante la imposición de la sentencia la víctima en la corte.
El pervertido fue contratado por 12,800 dólares por los padres de la niña para que fuera su "consejero espiritual".
Un jurado en la Corte Suprema Estatal de Brooklyn lo declaró responsable de la violación a la menor que tiene ahora 18 años.
La víctima dijo a los investigadores que el rabino lo abusó repetidamente desde que tenía 12 años de edad hasta los 15.
La comunidad judía ortodoxa de Brooklyn tiene 250,000 miembros y mantiene costumbres y reglas tan ultra conservadoras que hasta integran sus propias "cortes" para "juzgar" a los líderes acusados del mismo delito para evitar llevarlos a la justicia.