Una de las publicidades más recordadas: un hombre levanta una tienda de campaña en pleno campo y prende el fuego. Se calza un sombrero blanco, calienta un poco de café, lo sirve en una taza. Cae el sol y al horizonte lo corta el cruce de un caballo. El hombre enciende un cigarrillo Marlboro. Luego hace lo mismo otro del grupo. Y otro . Al cigarro la cámara lo toma desde distintos planos. El slogan: “Vení adonde está el sabor. Vení a Marlboro Country”. El pasado 10 de enero, el protagonista de aquella emblemática publicidad falleció a causa del tabaquismo.
Eric Lawson, el actor estadounidense que fue la imagen de la marca de cigarrillos Marlboro entre 1978 y 1981, falleció a los 72 años a causa de una falla respiratoria derivada de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), una patología vinculada al tabaquismo. Además de haber encarnado al atractivo vaquero que fuma en los anuncios impresos de Marlboro a fines de los ‘70 y principios de los ‘80, el actor trabajó en programas de televisión como “Baretta”, “Las Calles de San Francisco”, “Baywatch”, “Los Angeles de Charlie”, “Dinastía” y “Brigada A” . También tuvo participación en algunas escenas de cine.
Su esposa Susan dio a conocer ayer la noticia y dijo que el actor fumó casi toda su vida, que había empezado a los 14 años. Había dejado el cigarrillo cuando le diagnosticaron EPOC, cuya principal causa es el humo del tabaco. Lawson no es el primer actor que trabajó para la firma y encontró la muerte a causa de su compulsión a fumar.
Curiosamente, Lawson apareció después en un anuncio contra la adicción al cigarrillo donde parodiaba al Hombre Marlboro. También habló de los efectos negativos del tabaco en el programaEntertainment Tonight .
“El sabía que los cigarros lo tenían atrapado. Sabía que no podía parar de fumar”, reconoció la esposa de Lawson. El actor falleció en su casa, ubicada en San Luis Obispo, California. Dejó una familia numerosa: seis hijos, 18 nietos y 11 bisnietos.
Lawson fue protagonista de otra publicidad icónica de esa marca de cigarrillos. Otra vez, en una escena de campo en la que cada tanto pega el sol y de noche, llueve, le da la mamadera a un potrillo que se vuelve un caballo salvaje, después de un largo tiempo de cuidado. Con planos abiertos, la lente de la cámara sólo busca el detalle en la caja de cigarrillos, un fósforo encendido y la primera pitada. El resto del mensaje tiene que ver con la amistad y la libertad.