viernes, 31 de mayo de 2013

“Democracia y medios de comunicación”

Autor: Dr. Flavio Rondón*
Continuación.
Un día cualquiera, de lunes a viernes, y en cualquier habitación, a las cinco de la madrugada se inicia mi día, mi muerte cotidiana, casi al exilio del ser.  Altagracia Salazar y Erick Mendoza me recuerdan que “A quien madruga Dios lo ayuda”.

 Es en el canal 2.  Es Teleantillas y los bostezos de Crono se convierten en minutos y horas.  Me encadeno a Uno + Uno, que produce Juan Bolívar Díaz, Adalberto Grullón y el profesor Rafael Toribio.  Sí, soy machista, todos los saben, aunque mi vida gira en torno a tres mujeres (tres, ¡eh!, perdón, cuatro mujeres, aunque una se marchó al sin tiempo, a lo indecible, a esa omnipresente otredad que nos asecha y convoca en cada esquina).

Intento cambiar de canal, lo logro, pero por pocos minutos: diferentes rostros y voces, pero el mismo vómito.  La misma “verdad”.  La verdad que nos quieren imponer a todos y han logrado imponer a la mayoría.  Hoy más que nunca es cierto que sesenta mil repeticiones hacen la verdad.  

 Por ello, la administración del presidente Fernández invirtió miles de millones de pesos dominicanos de los bolsillos de los contribuyentes para torcer voluntades, acallar voces, para unificar, con unanimidad militar, la opinión pública.  Miles de nombramientos a periodistas, contratos jugosos, asesorías y una publicidad estatal que supera a la de grandes países, cuyos ciudadanos tienen resueltos sus grandes necesidades (y aquí carecemos de servicios adecuados de agua, luz, empleo, pan y seguridad ciudadana, entre otras).

Sí, las transmisiones a través de nuestras ondas radioeléctricas han sido, durante los últimos años, una constante publicidad de Leonel Fernández y sus acólitos.

He hablado de unanimidad en los actores de los medios de comunicación, porque las excepciones son escasas.  Al inicio de este escrito hice mención de algunas.  Lo que sí era unánime –como la de Borges– era la noche mediática en que nos sumieron. Alguno que otro faro de luz, en términos prácticos, no evitan la oscuridad de esa noche.

Si los comentarios, en el caso de la prensa dominicana, fueron –y siguen siendo en gran medida– publicidad interminable del personaje que nos sumió en el hoyo en que estamos.  Bueno sería recordar a Marshall McLuhan -sí ese mismo, el creador del concepto del mundo como aldea global– decir que “cuando vino al cine –y la televisión, agrego yo– la totalidad del modo de vida norteamericano, se convirtió en un anuncio interminable en la pantalla.  Todo lo que llevaban, comían o utilizaban los actores y actrices, se convertía en un anuncio más eficaz que el que nadie hubiera soñado jamás”.  Sí, publicidad, y lo peor, pagada con el hambre de los dominicanos, y no olvidemos que un gurú fundamental en el mundo de la publicidad, Ernst Dichter, ha dejado claro que el objetivo de la publicidad es “fabricar mentes”.  Esa es una ruda [como Relámpago Hernández] realidad, pero no todo está perdido, porque gracias a “el libro de Arena” de un ilustre ciego llamado Borges –y no a los adelantos militares producto de la Guerra Fría– contamos con el Internet y sus redes sociales, que han hecho posible la resistencia, pero este es material para otro artículo y “en un lugar de La Mancha, cuyo nombre…”
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30 de mayo de 2013. Santo Domingo
*Flavio Rondón, jurista, con especialidad en Derecho Laboral e Internacional, destacado animador sociocultural y poeta.

"En esta esquina": Talvez una referencia al lugar donde habito, Cevicos, la última esquina del Cibao o talvez el recuerdo de una de las frases más grabadas en la memoria colectiva dominicana. En esta esquina de la cuadra ruda, pensando… ¡Oh que grande fue Jack Veneno!