El exdictador argentino Jorge Videla, sobre quien pesaban dos condenas a
prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad durante el gobierno de
facto (1976/83), murió ayer viernes a los 87 años en una cárcel de la
periferia de Buenos Aires.
Videla, detenido en el penal de Marcos Paz, 45 km al sudoeste de Buenos
Aires, falleció en su celda por muerte natural ayer viernes a las 08H25
locales (11H25 gmt), según el parte médico.
El exdictador fue el primer gobernante de facto del régimen, entre 1976 y
1981, cuando fueron secuestrados y desaparecidos la gran mayoría de los
30,000 opositores, según organismos humanitarios, mientras unos 500
niños fueron robados a sus padres que se encontraban en cautiverio.
Una autopsia
El juez federal de la localidad Morón, Juan Pablo Salas, con jurisdicción en el penal donde falleció Videla, dispuso que le sea practicada una autopsia al cuerpo del exdictador en la Morgue Judicial de Buenos Aires.
El juez federal de la localidad Morón, Juan Pablo Salas, con jurisdicción en el penal donde falleció Videla, dispuso que le sea practicada una autopsia al cuerpo del exdictador en la Morgue Judicial de Buenos Aires.
“Si bien todo hace indicar que se trató de una muerte natural, se ordenó
la autopsia como un trámite de rigor y para despejar cualquier tipo de
dudas”, dijo una fuente judicial.
El ex dictador fue encontrado por el médico de guardia del penal en la
mañana de ayer viernes “sentado en el inodoro de su celda y luego se
constata que el mismo no presenta signos vitales”, según el parte
oficial que el Servicio Penitenciario Federal envió a la justicia.
Políticos, dirigentes de organizaciones humanitarias y víctimas
coincidieron en resaltar que el exgobernante de facto haya muerto en
prisión condenado a las penas máximas por violación a los derechos
humanos, aunque lamentaron que se haya negado siempre a dar información
sobre los desaparecidos.
“Esta muerte trae a la memoria una etapa espantosa de nuestro país, una
etapa de dolor y muerte por el genocidio de la última dictadura
militar”, declaró el vicepresidente Amado Boudou al término de un acto
en el Senado en el que se homenajeó al expresidente de Brasil Luiz
Inácio Lula Da Silva.