El presidente del PRSC afirmó que al doctor Joaquín Balaguer solo le interesaba trabajar para echar hacia adelante su país y no tenía ambición de nada ni sed de poder. Expresó que “fue brillante, actuaba con coherencia y certeza guiándose de los hombres de empresa que ya habían alcanzado el éxito”. Consideró que su único error fue que no dejó relevo en el partido.
Con la fuerza de un potro entrenado para ganar, la velocidad del tiempo que se acaba y sin mirar hacia los lados las “marañas” que pueden hacer perder el equilibrio y salir de la competencia a pesar de la preparación y el esfuerzo que se hace para triunfar, es como Carlos Morales Troncoso inicia su carrera día por día.
El dolor que produce el látigo de la vida cuando en el primer foetazo te advierte que si no avanzas rápido y con equilibrio, como el caballo que por sus condiciones físicas ha sido escogido para competir, es para el exvicepresidente de la República y actual Canciller dominicano la mejor enseñanza y motivación para llegar a la meta.
Y las “marañas” de las que habla, son las adversidades de la vida y los obstáculos que hay que vencer aprendiendo de los errores y poniéndose “ciego, sordo y mudo” ante comentarios malsanos y gente dañina que como no camina o piensa que es la única que puede hacerlo, enloda la ruta del éxito.En la gráfica que hace este heredero de las sabias tácticas del doctor Joaquín Balaguer, los azotes que da el jinete o jockey al caballo a la espera de que gane la carrera y produzca un beneficio, es la representación de la sociedad impulsiva y exigente que puede creer y apostar a ti, pero con el foete en la mano, por si te equivocas y lo haces perder el tiempo.
Con estas reflexiones comenzó la entrevista, que más bien fue una conversación entre una periodista que quiere saber todo del personaje y un prominente hombre de negocios, con toda la experiencia en poner a producir la tierra del azúcar, industrializar los recursos naturales, promocionar el país en el exterior, echar pulsos con la política y ascender de mensajero a presidente de una compañía, y de empresario a Vicepresidente de la República.
Ese funcionario tan escueto al responder las preguntas que usualmente hacen los periodistas buscando la noticia del día y el titular de primera, al recibirnos en su residencia de la avenida Anacaona dejó el temor a ser mal interpretado o decir algo que pudiera cambiar el curso de los hechos y nos contó su historia abiertamente, comenzando con que siendo hijo de un cónsul dominicano en New Orleans, y ostentando la categoría de clase media-alta, en vez de descansar en el verano escolar, lo ponían a trabajar.